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El blog de Lengua y Literatura del IES 'La Sisla' de Sonseca (Toledo)
Creado en el curso 08-09 por el profesor Jorge Agenjo y administrado actualmente por Laura Martínez, alumna de 2º de Bachillerato de dicho centro

domingo, 29 de marzo de 2009

DESTRUCTORES DE LIBROS EN LA INQUISICIÓN


La Iglesia católica a mediados del siglo XVI, basada en el derecho de custodia en sus fieles, la integridad de la fe y el desarrollo de las buenas costumbres dedicó parte de sus esfuerzos a eliminar aquellos textos,nombres de autores cuyas obras estaban prohibidas en su totalidad, obras aisladas de otros autores o anónimas y también un detallado repertorio de los capítulos, páginas o líneas que debían ser cortados o tachados por ser considerados perniciosos. De aquí se derivó el cuidado y vigilancia que ejerció sobre las ideas y doctrinas que están escritas en los libros, para prohibir aquellos que atentaban contra los principios esenciales de la doctrina cristiana e influían en la vida de sus seguidores.

El índice de aquellas publicaciones que la Iglesia Católica catalogó como libros perniciosos para la fe fue el llamado Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum, en español "Índice de libros prohibidos", también llamado Index Expurgatorius,; además establecía, en su primera parte, las normas de la iglesia con respecto a la censura de los libros. Algunas de estas normas o categorías de los libros prohibidos eran tasadas según criterios sostenidos por la Iglesia, en la Constitución Divini Gregis emitida el 24 de marzo de 1564 por el Papa Pío IV(1559-1565).
Estas normas se sostuvieron vigentes hasta 1929 y fueron la base para etiquetar los libros prohibidos señalados en los 30 índices publicados desde 1590 a 1948.
Las 16 reglas pueden resumirse en cuatro grupos: el primero contempla las obras contrarias a la fe católica, es decir los escritos heréticos que se ocupan de los dogmas y la moral cristiana, el segundo grupo abarca las obras que tratan sobre nigromancia y astrología que fomentan la superstición y los falsos valores morales, el tercer grupo contempla todas las obras publicadas sin nombre del autor, impresor y sin señalar el lugar y la fecha de edición, y que contengan doctrinas dañinas para la fe y moral cristiana. Finalmente, el cuarto grupo comprende a las obras completas o fragmentos de ellas, y que atentan contra la buena reputación del prójimo, sean eclesiásticos o civiles.

Algunas de las frases que debieron suprimir sus autores para permitir la publicación de sus obras fueron, por ejemplo, la de Cervantes en El Quijote (2.ª parte, capítulo 36) «…las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada
Otra de muchas fue en la edición de 1632 (página 63) del Dioscórides de Andrés Laguna, un libro de Materia Medica, debe tacharse la frase «siembranse con maldiciones las Albahacas, y según Plinio, crecen muy viciosas con ellas (sic)» («viciosas» alude aquí a vigorosas). En la misma página se explica que frases como la anterior deben borrarse por encontrarse en lengua vulgar, accesible pues al vulgo, pero que no lo necesitarían si estuvieran en latín o griego.

La lista incluyó también a algunos autores como:

-Erasmo de Rotterdam (1500)
-François Rabelais
-Giordano Bruno
-René Descartes (1633)
-Thomas Hobbes (1649-1703)
-David Hume (1761-1872)
-Denis Diderot
-Honoré de Balzac
-Émile Zola (1894-1898)
-Anatole France (1922)
-Henri Bergson (en 1914)
-Maurice Maeterlinck
-André Gide
(1952)
-Jean-Paul Sartre (1959)

Destacando algunos libros específicos como:

-Amar y sufrir o su vida, de Santa Teresa de Jesús
-Ensayos, de Michel de Montaigne (1676)
-Los libros filosóficos, de René Descartes (en 1663)
-El contrato social y Emilio, o De la educación, de Jean-Jacques Rousseau
-Kritik der reinen Vernunft, de Immanuel Kant(1827)
-Los miserables y Nuestra Señora de París, de Victor Hugo(1834-1869)
-Gran Diccionario Universal, de Pierre Athanase Larousse
-Madame Bovary ,de Gustave Flaubert (1864)
-Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano,de Edward Gibbon
-Lazarillo de Tormes, Anónimo.
L.M

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