¡Bienvenido a lengua1b!

El blog de Lengua y Literatura del IES 'La Sisla' de Sonseca (Toledo)
Creado en el curso 08-09 por el profesor Jorge Agenjo y administrado actualmente por Laura Martínez, alumna de 2º de Bachillerato de dicho centro

martes, 23 de marzo de 2010

SOBREDOSIS DE BELLEZA


Ya era hora de publicar en lengua1b alguna entrada relacionada con el Arte aunque, ¿no es la Literatura otra cosa sino arte?
La cuestión es que al final va a ser verdad eso de que el Arte está íntimamente ligado a la Literatura...pero, ¿a qué viene todo esto?

Pues bien, en la clase pasada de Literatura Universal tuvimos la suerte de descubrir a uno de los literatos más importantes y tempranos del Realismo, mundialmente conocido por su novela Rojo y negro (Le Rouge et le Noir, 1830), hablamos del francés Marie Henri Beyle, conocido bajo el seudónimo de Stendhal. Pero hoy no vamos a hablar de la gran obra literaria de este escritor del XIX sino de su relación (directa o indirectamente) con el Arte.

Hacia 1817, en uno de los viajes a Roma, Nápoles y Florencia de Stendhal éste experimentó por primera vez una sensación al contemplar por primera vez la basílica de Santa Cruz (símbolo prestigioso de la ciudad de Florencia e inestimable testimonio del arte florentino del s.XIV. Indescriptible emoción y fuertes latidos de corazón que el artista describió como 'la vida se me había desvanecido, caminaba con temor a caer, tenía la necesidad de la voz de un amigo que compartiese mi emoción' .

Lo que le ocurrió a Stendhal podría definirse como un estado de ánimo transitorio que se manifiesta al observar obras de arte de notable belleza, normalmente en un espacio pequeño de tiempo y concentradas en una misma ciudad; por ello, a partir de este suceso, cuando un individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, y obras maestras del arte y sus síntomas coinciden con los que el autor padeció, se diagnostica como 'Síndrome de Stendhal' a la enfermedad que sufre.

Es por esto que esta sensación subjetiva, que no obedece a ninguna explicación filogenética, y que además no se produce habitualmente en la naturaleza sino ante la creatividad artística del ser humano, podría explicarse por la visión de una expectativa (un cuadro que hemos visto en un libro y que descubrimos que es real, nos encontramos con el ideal) . Diríamos pues que es una enfermedad agridulce, cuando llega a serlo, o una sensación desconcertante, para la mayoría de nosotros, que se ha desarrollado como consecuencia del placer de contemplar una creación humana. Se trataría de un placer de la mente, que por alguna razón, sobrepasa el límite del placer para convertirse en malestar.

Florencia es la ciudad turística de increíble belleza donde más casos se han observado acerca de este síndrome. El viajero que llega a la ciudad se siente inmediatamente atraído como un imán hacia la Piazza del Duomo, quizá siguiendo la visión de la cúpula diseñada por Filipo Brunelleschi, que domina el paisaje. Desde allí, la maravillosa Florencia se puede recorrer a pie, porque todo se encuentra en un área muy reducida, a escala perfecta para el visitante.
El Duomo o Catedral de Santa María del Fiore, la iglesia más inmensa de la ciudad, se alza en medio de callecitas estrechas y apretadas. Se comenzó a construir en 1294 pero se inauguró en 1436, cuando quedó terminada la gran cúpula, levantada sin armazón fijo que supone la inauguración por Brunelleschi del nuevo lenguaje arquitectónico. El Campanille, diseñado por Giotto, es de cuento, con sus más de 400 peldaños que suben a la cima, desde la que se observa una panorámica de Florencia, con los blancos mármoles de las iglesias contrastando con la terracota de los tejados. Al bajar, se puede visitar el interior de estilo gótico y, sobre todo, las célebres puertas y el techo del Baptisterio, cubierto de coloridos mosaicos del siglo XIII que representan el Juicio Final.
Siguiendo con Brunelleschi, y para comprobar el 'Síndrome de Stendhal', hay que entrar en la Santa Croce, magnífica iglesia franciscana que alberga sobrecogedoramente la vida y la muerte, las tumbas de florentinos célebres (Miguel Angel y Galileo, entre otros) y la genial luminosidad y pureza de los colores de los frescos de Giotto y sus discípulos. Sin poder olvidar el Palazzo Strozzi, de Benedetto da Maiano; la iglesia de San Lorenzo (que configura el tipo de iglesia renacentista); la basílica del Sancto Spitito, una de las mayores de la ciudad.


Intensos placeres que en ocasiones, debido a su grandiosidad, se vuelven amargos



'…me abandonaba a mi locura como a la vera de una mujer que se ama', Stendhal.


L.M

No hay comentarios:

Publicar un comentario